¿Qué es la epitrocleitis o codo del golfista?
La epitrocleitis, también conocida como codo de golfista, es una lesión dolorosa que afecta el epicóndilo medial del codo, y se caracteriza por inflamación y microrroturas en los tendones que se insertan en esta región, específicamente en los músculos flexores del antebrazo. A pesar de su nombre, no solo los golfistas padecen esta patología; cualquier actividad que implique movimientos repetitivos del antebrazo y la muñeca puede desencadenar la epitrocleitis.
Causas de la epitrocleitis
La epitrocleitis se origina principalmente por el uso excesivo y la tensión repetitiva en los tendones del codo. Las causas más comunes son:
Actividades con movimientos repetitivos: Actividades que implican la flexión repetitiva de la muñeca y los dedos, como el golf, el tenis, la jardinería y ciertos trabajos manuales, pueden sobrecargar los tendones flexores.
También una mala técnica a la hora de realizar deportes como crossfit, musculación, etc, puede provocar un aumento de las solicitaciones mecánicas sobre determinados grupos musculares, aumentando la tensión en los tendones flexores a nivel del codo, desencadenando a la epitrocleitis.
Tipos de epitrocleitis
Generalmente las vamos a clasificar en diferentes tipos según la severidad y la duración de los síntomas:
-Aguda: Se presenta de forma repentina tras una actividad intensa o un esfuerzo inusual. El dolor puede desencadenarse de forma puntual y establecer el momento de aparición concreto.
-Subaguda: Esto es más frecuente, los síntomas son más leves y se desarrollan gradualmente con el tiempo. El dolor puede aparecer solo durante la actividad y desaparecer con el reposo, aunque puede ir aumentando de forma progresiva en intensidad y duración.
-Crónica: Se caracteriza por dolor persistente que puede durar meses o incluso años. Es el resultado de una epitrocleitis que no ha curado con el tiempo cuando la condición aguda o subaguda no se trata adecuadamente y los tendones sufren cambios degenerativos.
Diagnóstico
Por lo general para lograr el diagnóstico nos basta con escuchar al paciente que nos da la información sobre la actividad física, el tipo de trabajo, la duración y la naturaleza del dolor. Es importante identificar cualquier factor que pueda haber contribuido al desarrollo de los síntomas. Además, en la exploración física realizaremos unas maniobras específicas que nos ayudan a diagnosticar la epitrocleitis. Como pruebas complementarias pueden ser de ayuda la ecografía o la resonancia magnética
Tratamiento de la epitrocleitis
Tratamiento sin cirugía
El tratamiento conservador es la primera línea de manejo para la epitrocleitis y suele ser efectivo en la mayoría de los casos siempre que se realice de manera adecuada. Habitualmente se basa en una combinación de medidas como reducir o evitar las actividades que desencadenan el dolor, que es crucial para permitir la curación de los tendones inflamados. Emplear Frio local y antiinflamatorios puede ayudar a disminuir la inflamación.
La base de la recuperación será realizar fisioterapia: Un programa de ejercicios diseñado para fortalecer y estirar los músculos del antebrazo puede ser muy beneficioso. En los casos de mala técnica deportiva, un entrenamiento de readaptación específico puede ayudar a que no vuelva a aparecer la patología.
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En casos que no mejoran inicialmente con estas medidas o que llevan tiempo de evolución, las ondas de choque y las infiltraciones con corticoesteroides o plasma rico en plaquetas nos ayudan a controlar el dolor, disminuir la inflamación y resolver el problema.
Tratamiento con cirugía de la epitrocleítis
En aquellos casos excepcionales donde el tratamiento conservador no logra aliviar los síntomas después de un período prolongado (varios meses de tratamiento bien realizado), se puede considerar el tratamiento quirúrgico.
Generalmente se realizará un desbridamiento, es decir, una limpieza del tejido inflamatorio y degenerado, estimulando de esta manera la aparición de tejido sano. En aquellos casos que existan roturas significativas se puede proceder a realizar una reparación de la zona dañada volviendo a reinsertar la musculatura en una posición adecuada.
La cirugía debe de ir seguida de una adecuada rehabilitación postquirúrgica, donde la fisioterapia es crucial después de la cirugía para recuperar la fuerza y la movilidad del codo. Un programa de ejercicios gradual y supervisado ayuda a asegurar una recuperación exitosa.
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